Desde visitantes del siglo XVIII hasta senderos tallados en roca, esta ciudad rocosa narra una historia de supervivencia. En la región checa de Hradec Králové, las rocas de Adršpach-Teplice forman el laberinto de arenisca más grande de Europa Central. Durante siglos, los acantilados y pasadizos permanecieron cubiertos por bosque, hasta que un gran incendio despejó la zona. Arcos, torres y pasillos sinuosos surgieron de las cenizas, y las primeras rutas de senderismo fueron talladas en la roca. Exploradores y poetas dejaron sus huellas con inscripciones que capturaron la belleza salvaje y encantadora del lugar.