Campos de altramuces, Snæfellsnes, Islandia © Matteo Colombo/Getty Images
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Cuando la primavera da paso al verano en Islandia, el paisaje escarpado ofrece un colorido desfile. Los altramuces se introdujeron en Islandia en la década de 1940 para controlar la erosión del suelo gracias a las propiedades aglutinantes de sus raíces. La planta florece en suelos arenosos y salinos y se propaga rápidamente, pintando el campo con tonos morados, rosas y azules. Aunque algunos consideran el altramuz una especie invasora que amenaza a las plantas autóctonas, su llegada es bien recibida por lugareños y turistas como una característica apreciada del paisaje veraniego. Se pueden encontrar campos de altramuces en varias regiones, como Reikiavik y cerca de la cascada Skógafoss. Estas flores también bordean la carretera que lleva a la iglesia de Hellissandur, en la península de Snæfellsnes, como se ve en la imagen de hoy.