Cuando uno piensa en Grecia, puede imaginarse el mar, las costas arenosas, los edificios encalados y las cúpulas azules. Sin embargo, este país es mucho más que eso. En la foto, se ve el monasterio de Roussanou, enclavado entre los imponentes acantilados de una formación rocosa llamada Meteora, en Tesalia, al norte de Grecia. Cuenta la leyenda que, en el siglo XIV, un grupo de monjes que buscaban refugio de la inestabilidad política escalaron estos acantilados para establecer sus ermitas. Roussanou es uno de los seis monasterios que quedan en Meteora, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.